
Jack joder, tienes que volver. El proyecto Mayhem ha ido evaporándose como el napalm de los campos de arroz en Vietnam. Nadie responde a la llamada de la maldita cabina de teléfono. Nadie. Sobre las ruinas que viste engullir la ciudad se han vuelto a eregir oficinas donde la gente sigue aborreciendo su trabajo. Las grietas del asfalto son surcadas por coches de alta gama conducidos por trajes que tienen más valor que algunas vidas. Mierda que no necesitábamos y que seguimos sin necesitar. ¿Lo recuerdas Jack? La historia ha vuelto a maldecirnos. Escupidos de la boca del de arriba. La tele vuelve a hacernos desear vidas supurantes de lentejuelas y drogas legales. Nadie lo cuestiona. Nadie se cabrea. Nacemos con una única condición. Consumir. Lo demás es pura alquimia. Canales de prepago. Revistas rebosantes de mansiones. Reinas anoréxicas. Adinerados de la cuna hasta la bendita sepultura. Apellidos italianos en la ropa interior. Cremas antiarrugas. Alargadores de pene. Masturbación banal y ególatra. ¿Copos de nieve únicos y hermosos? Bazofia cara. Copias. De copias. De copias. Plástico. El mismo montón de estiércol elitizado por Channel nº 5. Ya nadie necesita respirar humo. Todo son espacios sin sanos y ecológicos. Nadie sueña con destrozar cosas hermosas...
Jack, no le necesitas. No necesitas saberlo por él. Mataste a tus padres. Mataste a Dios (y no le importó una puta mierda). Mataste a tu maestro. ¡Lo mataste! Su cicatriz en tu mejilla no es más que un fantasma. Escapa. Sal de ahí. Regresa. Fue tu obra y se acaba a cada minuto. Chico psicótico, estás avisado...